domingo, 31 de diciembre de 2017

LOS COSECHADORES DE ESTRELLAS (30): LA PREOCUPACIÓN DE PABLO

Flik estaba tan desconcertado como Pablo, y no tardó en volver junto él tras consultar con alguno de los seres que se agrupaban a su alrededor.
–Pues verás Pablo, sé que parece increíble, pero me dicen que tus hermanos se han ido en uno de los deslizadores. Mis hermanos de la pirámide me cuentan que los han visto pasar a toda velocidad en dirección a la esclusa de la Cámara.
–Pero, pero... ¿y cómo demonios puede ser eso posible? –cada segundo que pasaba los problemas crecían y se amontonaban. Parecían no tener fin. Así se debía de sentir uno cuando caía en arenas movedizas.
–La verdad es que todavía no lo entiendo, Pablo. Déjame hablar con las máquinas. Ellas son las que dan la energía a los deslizadores.
Pablo estaba muy nervioso por la desaparición de sus dos hermanos, pero como no estaba en su casa, ni siquiera en su planeta, no sabía qué hacer. Así que no le quedó más remedio que esperar con paciencia a que Flik aportase una solución. Pablo era capaz de imaginarse a las máquinas secuestrando a sus hermanos con el fin de obligarle a perder.
–Acompáñame, Pablo. No entiendo cómo ha podido suceder pero las máquinas acaban de dejarles entrar en la Cámara.
–¿Qué quieres decir con eso de que acaban de dejarles entrar en la Cámara? –Pablo saltó sobre el deslizador, que parecía que se desplazaba más lento que en otras ocasiones–. ¿No quedamos en que sólo yo podría entrar ahí?
–Las máquinas dicen que no incurren en ninguna falta por dejarles entrar. Al parecer, Rodrigo también posee los parámetros necesarios, aquellos que las máquinas han registrado de tu persona, debido precisamente a que es tu hermano. Pero no temas por ellos, las máquinas nunca les harían daño. Por mucho que hayan cambiado, todavía siguen vigentes aquellas primeras órdenes que les impusimos. Recuerda que la primera y más importante de ellas es la de no hacer daño a ningún ser vivo que pudiese ser necesario para la supervivencia de Los Creadores. Y la duda de si somos o no los únicos seres a los que ellas obedecen no les permitirá actuar en contra de ellos.
–Demonios. Será válido y no incumplirá ningún Código de los vuestros, pero yo no creo que eso esté del todo bien. Además, ¿para qué quieren a mis hermanos en la Cámara?
–No tengo ni idea, y no puedo estar más de acuerdo contigo. En este momento estamos discutiendo los términos recogidos en el Código porque nosotros pensamos que los han incumplido. Pero mientras tanto no encontremos una solución, intentaremos alcanzarles.
El paisaje de Mundo Flik pasaba ante sus ojos, y ahora Pablo estaba seguro de que eso sucedía de una forma bastante más lenta que en las dos anteriores ocasiones.

sábado, 30 de diciembre de 2017

LOS COSECHADORES DE ESTRELLAS (29): EL ENGAÑO

Cuando Rodrigo y Pelayo llegaron junto a su hermano mayor a Mundo Flik, comenzaron a jugar con unos animalitos verde azulados y de patitas redondeadas que patinaban con elegancia sobre el plumón morado. Ni siquiera se enteraron del momento que su hermano se alejó de su lado para poder hablar con Flik sin que ellos le escuchasen.
Una hermosa voz de niño, que Rodrigo identificó inmediatamente con Uno, flotó entonces hasta sus cabezas y les habló con dulzura. Rodrigo comprobó que también su hermano pequeño la había oído, porque levantó su vista tratando de descubrir el origen de la misma.
–¿Os gustaría jugar conmigo? –les preguntó la voz.
–¿Y a qué podemoz cugal?
–Pues a las carreras, como tu hermano hizo primero que tú.
–¿Con la mánica a la que cugó mi helmano?
–Sí.
Rodrigo giró su vista, y comprobó que su hermano mayor seguía hablando con Flik.
–No puedo. Pabo me mata zi ze entela.
–Pero tú tienes tanto derecho a pasártelo bien como él, ¿no crees? Sé que siempre te deja fuera de cualquier diversión.
–Gaaaaaa, gaaaa –exclamó Pelayo como para confirmarlo.
–Claro que quizás sea Pelayo el que quiera jugar conmigo –sugirió de nuevo la voz con tono meloso.
Rodrigo volvió a mirar a su hermano mayor. No parecía que fuese a terminar muy pronto con su conversación. ¿Qué podía tener de malo jugar un poquito, tan solo un ratito chiquitín, mientras su hermano y Flik acababan con lo que tenían entre manos? Todos aquellos animalitos eran muy divertidos, pero se había quedado con las ganas de usar la máquina a la que había jugado Pablo. Con aquella pantalla tan brillante y aquel sonido tan real.
Molaba pila.
–Buuueeeeno, vale. Pelo zólo un poquitín –el diablillo inquieto que había dentro de Rodrigo había vuelto a ganar la partida a su sensatez– y vamoz loz doz ¿vale?
Como respuesta a su pregunta uno de los dos discos deslizadores se acercó hasta los niños.
–Vamos Pelalo, zube. No tengaz medo que vaz conmico.
El disco deslizador descendió unos centímetros más para que Pelayo pudiese encaramarse en él. Rodrigo le ayudó empujándole el culete.

viernes, 29 de diciembre de 2017

LOS COSECHADORES DE ESTRELLAS (28): LA TRAMPA DE GRAN MÁQUINA

Gran Máquina había llevado a todos sus sistemas al estado de máxima alerta. Los contrincantes ya estaban en su mundo. Los datos recogidos por sus sensores así lo confirmaban. En esta ocasión habían llegado tres. Sus rivales se habían reforzado con una criatura que apenas podía desplazarse, y que se comunicaba con unos extraños y agudos chillidos que aún no había logrado descifrar. Las experiencias anteriores le servían para conocer que no debía de menospreciar a aquellos contrincantes por su tamaño o sus aparentes incapacidades. La naturaleza, que marcaba el ritmo de la evolución de los seres de carbono, era sabia y les dotaba de recursos que compensaban con creces sus carencias.
Aquella diminuta criatura no se comunicaba telepáticamente, eso estaba descartado. ¿Cómo se entendería entonces con sus semejantes?
Gran Máquina informó a Uno de la llegada de los contendientes, preparándole para el enfrentamiento final, pero éste la sorprendió a su vez al responderle que ya conocía la noticia. ¿Acaso había conseguido Uno acceso a su sistema de vigilancia? La sensación de no poseer control alguno sobre una parte de su mundo era algo tan inusual... Aquellos seres a los que se enfrentaba incluso podrían calificar esa situación como de emocionante.
Pero no debía desviarse de su línea de trabajo principal. Necesitaba la victoria en este enfrentamiento a cualquier precio. A pesar de que ya no controlaba a Uno, nada impedía a Gran Máquina poner en práctica un plan, destinado a dividir a sus enemigos y reducir aún más sus escasas posibilidades de victoria.
Gran Máquina estaba obligada a cumplir con el pacto recogido en el Código. Pero esas reglas eran muy imprecisas a la hora de definir los medios válidos para conseguir la meta deseada. Y era de ahí precisamente de donde pretendía sacar ventaja.